Desde comienzos del siglo XVI hasta principios del XVIII, vastos territorios de la península italiana, Sicilia y Cerdeña, formaron parte de la monarquía hispánica, una hegemonía que se manifestó también a través de una compleja red de aliados, como Génova, Florencia y en algunas etapas Roma. La monarquía actuó como mediadora entre instituciones, élites, aristocracias, militares y eclesiásticos, legitimando su poder no por la fuerza, sino como una entidad super partes, capaz de dirimir intereses divergentes e implicar a vastos grupos sociales dentro de una estrategia política unificadora y legitimadora. El volumen analiza cómo, especialmente en el reino de Nápoles, la monarquía de los Austrias gestionó recursos, fiscalidad y circulación de personas e ideas entre Italia y España, destacando el papel de sus agentes y el debate político y económico que acompañó este proceso.